14 de agosto de 2008

Educación y trabajo docente en el aula


Daniel Di Bártolo (*)

Los procesos culturales, los medios masivos de comunicación y las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, condicionan la relación de los docentes.

La vida cotidiana del docente transcurre entre el aula, el patio y su vida social: hogar, amigos, entre otros. Todos estos ambientes impactados por las tensiones de una sociedad en conflicto y un cambio epocal.
Las crisis familiares reflejan sus dramáticos alcances en las conductas que asumen los niños y jóvenes que por millones pueblan las aulas. La falta de alimentación adecuada y los problemas de trabajo y desocupación de los padres inciden sobre la formación intelectual y social de los destinatarios de la educación.
Según los investigadores, estamos transitando la época de mayor interacción entre el ambiente social y el aula. Más que nunca, la influencia de los procesos culturales, los medios masivos de comunicación y las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, condicionan la relación áulica.
En el fondo, la pedagogía como ciencia y la escuela como lugar educativo no han logrado dar respuestas "a tiempo" frente a los colosales cambios que se operan en la sociedad, la ciencia y la cultura.
Aún así, la escuela es el mayor escenario educativo y la pedagogía la ciencia que reflexiona sobre dichos procesos, no sola, es verdad. Sin un abordaje interdisciplinario es imposible entender lo que pasa en el aula.
Hace pocos días, Silvina Givrtz escribió que la prohibición del uso de celulares en el aula anulaba la posibilidad de colocar un par de parlantes al aparato e interactuar con un especialista del tema que se trata en ese momento…pero también es verdad que la conectividad sigue siendo un problema entre nosotros.
Lo blanco y lo negro esconden lo gris así como lo óptimo y lo malo no permite ver lo bueno.
En este contexto de contradicciones, fracasos y posibilidades se desarrolla la tarea docente que, desde nuestra perspectiva, la definimos como trabajo docente.
El trabajo del docente ha sido objeto de múltiples consideraciones. Para ser exactos, aún conviven en el gremio de trabajadores de la educación (800.000 aproximadamente según el último censo) aquellos que consideran su trabajo como una profesión independiente y por lo tanto alejado de la lógica propia de las relaciones laborales y otros que lo concebimos como un trabajo asalariado y, por lo tanto, con un destino atado a la clase trabajadora y con los reglas propias del mismo.
Los primeros – herederos de formación docente sarmientina – si bien tratan de asumirse como "profesionales liberales" viven a diario la tensión entre sus pretensiones y sus realidades. Por ello, el gremio docente es una de las actividades de la Argentina en la cual ha crecido en forma sustantiva la tasa de sindicalización.
Los segundos asumen su realidad sin obviar la dimensión cualitativa de su trabajo, suficientemente tratado, por cierto, por los autores que ubican al docente como trabajador con un papel central en la estrategia de un país que se propone crecer con re-industrialización y valor agregado.
Los trabajadores docentes enfrentamos cinco desafíos principales: el salario, las condiciones y medio ambiente de trabajo, la jubilación, la capacitación permanente y la calidad integral de la educación.
El salario es la pieza clave para lograr la jerarquización del trabajo docente. Es verdad que no es la única variable pero constituye la llave para cualquier tipo de análisis. Así lo entendió la actual gestión de gobierno que promovió y sancionó la ley de financiamiento educativo que lleva al 6% del PBI la inversión educativa en un calendario que se completará en el 2010.
Sin embargo, la brecha entre la realidad del salario docente en la Argentina y el valor al que debería llegar para su objetiva compensación es de tal magnitud que solo una concertación social podría reconocer que sin trabajadores docentes con salarios justos es muy difícil planificar un país con escuelas que formen para una nación con una economía desarrollada.
El salario docente – si bien ha aumentado en estos últimos años en virtud de la determinación política plasmada en la ley de financiamiento – continúa en estado de "dispersión y fragmentación" con bajo poder adquisitivo y en los límites de la canasta familiar; el salario real es bajísimo.
Estamos convencidos que vamos por el camino adecuado: no hay posibilidades de mayores salarios docente y aumentos en el financiamiento para la educación sino hay crecimiento de la economía nacional atada a un proyecto de país con justicia social.
El trabajador docente vive en medio de estas tensiones entre su vocación y su trabajo, entre sus legítimas aspiraciones y la realidad de su salario, entre sus sueños y los problemas de cada día.
Estas tensiones condicionan su labor docente y el clima educativo y constituyen uno de los polos: del otro lado están los conflictos de sus alumnos y el clima social. Difícil, complicado y real, tan real como la escuela y el aula.
El camino entre la realidad y los sueños se llama lucha. El trabajo es lucha, la vida es lucha, el compromiso es lucha.
La lucha es el sello distintivo de las organizaciones sindicales de trabajadores que, luego de los años negros de la década del 90, hemos vuelto a discutir salarios en la Argentina; los docentes no estamos ajenos a esta realidad pero aún lejos de nuestras legítimas aspiraciones y necesidades.
Sería interesante, en este contexto de educación, trabajo docente y aula, profundizar el conocimiento y la reflexión en torno los cinco desafíos: un pentagrama propio para la partitura maravillosa de la educación.
Ciudad de Buenos Aires, 10 de agosto de 2007.


(*) Secretario gremial del Consejo Directivo Nacional del Sindicato Argentino de Docentes Privados.

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