26 de junio de 2008

La gran fiesta


Marta Inés Aragón (*)

Si me hubieras preguntado hace tiempo, como pasábamos la Navidad en este país helado, me hubiera sido mas fácil contestarte, la familia estaba aun reunida antes deque los viajes y las parejas que formaron mis hijas, nos separen.

Entonces hacíamos la gran fiesta con otros tucumanos el 24. Recuerdo que arreglábamos la casa, poníamos en el salón un gran pino que compraban las chicas al frente del supermercado y lo traían arrastrando porque no entraba en el auto, venían con la nariz colorada y tiritando de frío. Llenaban el árbol con bolas de colores de esas que se prenden y apagan, guirnaldas doradas y una gran estrella en la punta. Quedaba lindo el salón con la chimenea prendida, las luces de colores y ese olor tenue a pino que perfumaba el ambiente.

La comida de la noche era pavo, a mí me salía muy rico porque al relleno le ponía muchas especies para que sea un poco picante, no me gusta el relleno clásico de manzanas, lo acompañábamos de ensalada rusa, de un rico postre y los amigos traían el pan francés y el vino. Los regalos lo amontonábamos bajo el árbol, para que los chicos los abrieran después de comer, porque con los hijos de los amigos teníamos en casa una montonera de niños que dejaban un reguero de papeles de colores y se iban a jugar al subsuelo, donde caían dormidos, les permitíamos brindar con dos dedos de vino, hacían mala cara cuando lo tomaban pero ninguno rechazaba.

Los chicos abajo, nosotros bailábamos, ahora que lo pienso me pregunto cómo podíamos bailar tanto, con esos tacos altísimos, porque eso sí, nos vestíamos de gala, con vestido largo las mujeres. Mirando atrás me parece que mi juventud ha estado llena de bailes y música latino americana, que no se oía en la Argentina.

Si teníamos suerte la navidad era blanca, eso quiere decir que nevaba, la nieve de diciembre cae pesada y despacio, se puede distinguir cada copito porque cae sin apuro.

La edad y las distancias han cambiado un poco las costumbres aunque seguimos festejando con árbol y regalos, ahora le damos quizás más importancia a la

comida, a la mesa a los adornos. Nos reunimos generalmente en casa de una amiga portea, que transforma su casa de tal manera que parece encantada, una casa de hadas. Pero este año no van a contar conmigo porque viene mi hija con los nietos y ya estoy preparando la chimenea para que puedan como hacia su madre y sus tías cuando eran chicas, derretir los march malloow (guimove en francés, malvavisco según el diccionario). Espero que por la tarde nos toquen la puerta y nos ofrezcan canciones de Navidad los coros que andan de casa en casa cantando.

Este año voy a tener niños alrededor del árbol abriendo regalos.

Con el cambio de clima este año la Navidad quizás sea verde, pero yo voy a ser muy feliz.

(*) Corresponsal de el Canadá.

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