25 de junio de 2008

Una cultura sin memoria

Maria Mercedes Tenti abordó algunos de los principales inconvenientes que deben sortear los historiadores santiagueños a la hora de investigar sobre el pasado provincial, en una entrevista sin concesiones.



"Creo que en Santiago del Estero hay una cultura que no preserva la memoria; es como si en esta provincia no se quisiera conservar el pasado, es como si se quisiera borrar la memoria", dijo la magíster en historia María Mercedes Tenti. Habló sobre las consecuencias del maltrato al que fue sometido el archivo de la provincia, cuestionó el atraso de la historiografía local y aseguró que es absolutamente posible escribir la historia del Siglo XX de Santiago del Estero, y que falta bastante por hacer en ese sentido.

Sus definiciones sobre el archivo seguramente abrirán polémica y quizás algunas discusiones que podrían servir para poner algo de luz en ese intricado depósito de papeles y documentos sometidos a la humedad, las ratas y los robos. "El estado actual del archivo respondería tanto al desinterés, el desconocimiento y la desaprensión por su valor", afirmó.

Dijo que los avatares azarosos del archivo, abrirían la puerta para pensar que se quiere inventar una memoria y hasta una tradición; "el conocimiento del pasado sirve para comprender el presente y proyectar un futuro mejor; lamentablemente vivimos en una invención del pasado permanentemente, que nos deja fuera de la realidad muchas veces".

"Sí se trabajo en la historia del Siglo XX de Santiago del Estero. Yo misma publiqué los 100 años de historia (en El Liberal) que llegan hasta 1998. También toca el Siglo XX Alen Lascano, y se suman otros trabajos parciales y particulares como los de Norma Salas y Alberto Tasso, quien abordó algunos aspectos desde la sociología. Indudablemente falta bastante por escribir sobre este período", destacó la profesora Tenti. Además dijo que hay trabajos de Daniel Guzmán, Beatriz Ocampo, Ana Teresa Martínez y Alejandro Auat, "aunque muchos de ellos no son historiadores el abordaje interdisciplinario enriquece la perspectiva del análisis de la historia".

Sobre la base de corrientes historiográficas que sostienen que se puede hacer la historia del presente, aseguró que es factible analizar los hechos de la actualidad, "de manera tal que las últimas décadas del siglo XX son perfectamente abordables". La historiadora es autora de un libro sobre la reforma del estado santiagueño que toca la década del 90.

Destacó que esta historia del presente permite utilizar otro tipo de fuentes, más allá de que las tradicionales se usaban desde una perspectiva positivista como los escritos y documentos oficiales. "Ahora se apela a otro tipo de documentos que tiene que ver con lo icónico, lo audiovisual e Internet, y la transmisión oral de las vivencias de los protagonistas", apuntó.

Remarcó que el historiador busca una aproximación con la mayor honestidad posible a la verdad. Aclaró que no hablaba de "la verdad" en términos absolutos, por considerar que el historiador está atravesado por su propia subjetividad; "en definitiva construimos el objeto de estudio, de manera tal que no podemos tomar como que ofrecemos la verdad absoluta".

El hecho de que algunos protagonistas de los sucesos más destacados del siglo pasado estén aún vivos, "no debería dificultar el trabajo de los historiadores, pero hemos vivido en una sociedad con un fuerte sesgo autoritario aún en gobiernos democráticos y esa es una influencia que se siente en la sociedad, que está atravesada por esa herencia".

En ese sentido dijo que habría aspectos sobre los cuales la gente no se atreve a hablar; "cuando se plantean algunas entrevistas hay gente que sistemáticamente se niega a conversar porque son cuestiones muy próximas y no quieren dar su opinión".

Para María Mercedes Tenti, durante el Siglo XX se precipitaron muchos hechos y al mismo tiempo hubo presencias reiterativas en lo político y social; "se observara una línea directriz donde se pueden apreciar muchas continuidades y algunas rupturas; aunque las continuidades parecen ser más fuertes que las rupturas".

Ante ello consideró necesario romper esa matriz cultural que aún estaría vigente. Destacó ciertas formas de hacer política, la relación de la economía con la política fuertemente ligada al Estado y las manifestaciones culturales ligadas al Estado. En ese marco observó cierto papel de las universidades que no habrían tomado protagonismo -como tales- en el acervo cultural.

Más allá de coincidir o no con el concepto de posmodernidad, remarcó que en Santiago subsisten pervivencias premodernas y modernas al mismo tiempo.

Tras haber trabajado sobre las últimas décadas del Siglo XX, María Mercedes Tenti ahora dedica su labor a las primeras. De ese estudio destacó el surgimiento del catolicismo como actor político en la provincia, ocupando las calles, los intelectuales y de artistas y lugares destacados en la política y la cultura.

En su opinión hay una deuda pendiente en materia de investigación histórica en Santiago del Estero, que es el surgimiento del peronismo. "Hay estudios realizados por políticos peronistas, además de los Normas Salas. Pero falta profundizar más", aseguró.

Destacó que una etapa que carecería absolutamente de estudios en Santiago es la de la dictadura de los años 70 y los gobiernos de facto. "Con el auge de los derechos humanos salió más a la luz el tema de las desapariciones, pero falta profundizar", dijo. Una fuente válida en ese caso sería el testimonio de quienes vivieron esos momentos.

Entre los personajes del Siglo XX consideró que no se puede soslayar la labor de Antenor Álvarez y Carlos Juárez en lo político; en lo cultural Bernardo Canal Feijoo, Orestes Di Lullo, los hermanos Eduardo y Duncan Wagner; en lo religioso a monseñor Audino Rodríguez y Olmos (en 1930 fue quien puso al laicado militante en las calles con la Acción Católica) y monseñor Gerardo Sueldo. "Lamentablemente a partir de 1950 Santiago adolece de una falta de figuras destacadas con proyección nacional; en ese período nos quedamos dentro de la pequeña aldea.

Es indudable que la provincia está rezagada en ese sentido. Ahora hay aires de cambio, sólo resta saber hasta que punto esos cambios son estructurales", puntualizó.

Sobre el concepto de caudillo que algunos políticos ostentan en la provincia, la historiadora dijo que para usar una categoría correcta que se ajuste al sentido que tienen las prácticas clientelares contemporáneas, se debería hablar de una relación de patronazgo, más que de caudillos al estilo de los hombres fuertes del Siglo XIX. "Hay una relación enntre patrón y cliente, propia de un régimen clientelar; no obstante algunos dirigentes usan atributos de ese caudillismo para ofrendarse méritos políticos", puntualizó.

Tras asegurar que la historiografía santiagueña está bastante rezagada con relación a otras provincias y al ámbito nacional, consideró que una de las grandes fallas en ese sentido la aportan las universidades. "En la Universidad Nacional hay una carrera de historia pero es a distancia, no hay egresados permanentemente de esta ciencia, los equipos exclusivos de investigación son pocos, además el aliento oficial es muy restringido", apuntó.

Para ejemplificar mejor esa situación recordó que al momento de realizar una reseña bibliográfica de libros historiográficos para el comité argentino de ciencias históricas, "y cuando me senté a escribir los comentarios de los libros publicados a partir de 2000, encontré que estos se podían contar con los dedos de una mano". Reconoció que hay trabajos publicados en revistas o separatas, pero no en libros. De igual manera dijo que no existe un aliento para la publicación de libros de los historiadores locales.

En ese sentido sostuvo que se debería apoyar no sólo la investigación en materia histórica, sino también la edición de libros.

"Lamentablemente no se conformó en Santiago un colectivo (instituciones, centros de investigación), aunque la gran falla radica en la inexistencia de una carrera de historia en la universidad", señaló.

Por otra parte ponderó el hecho de que la mayoría de los profesionales que se dedican a la investigación, salieron del profesorado provincial de esa carrera (que después tienen que completar la licenciatura fuera de Santiago), "aunque también este instituto es insuficiente; antes se recibían de profesores superiores y ahora sólo de profesores de enseñanza básica 3 y polimodal; obviamente es otra la preparación".

"El trabajo del historiador es solitario y desgastante; además insume muchos años, dado que los archivos no están inventariados ni catalogados; no hay archivos, la ciudad más antigua del país no cuenta con un archivo histórico", destacó.

Para graficar esa visión pidió que en la próxima feria del libro que se realice, habría que estar atentos a qué cantidad de libros de producción santiagueña, editados en los últimos cinco años, se pueden encontrar. En lo personal recordó que recientemente concluyó un nuevo libro sobre la historia de la iglesia santiagueña, que hasta el presente no pudo ser editado; "probablemente lo edite la Universidad Católica, pero estas institución no tiene los canales de distribución necesarios y entonces los libros santiagueños mueren dentro de la provincia".

En rápido recuento histórico destacó que el archivo de la provincia fue creado a principios del Siglo XX, "por lo tanto las leyes que rigen su funcionamiento son de 1910 y 1911 y no fueron modificadas en casi cien años de existencia".

En ese marco dijo que fue muy importante fue la tarea que realizó Andrés Figueroa cuando lo organizó. Hasta 1976 se enviaba regularmente la documentación al archivo, pero desde entonces no sólo se dejó de enviar, sino que además sufrió el incendio y su destrucción tras el estallido social de 1993. No obstante reconoció que mucho antes de estos sucesos, la acción de los roedores, la humedad y manos desaprensivas dieron cuenta de no poca documentación.

Desde que fue trasladado a su última ubicación (durante la gobernación de Carlos Juárez) en el edificio del batallón de ingenieros de combate, una vez más la tarea de ordenamiento fue suspendida. "Hace un año que no hay acceso al archivo oficial, porque se estaría por trasladar al Museo Histórico, aunque debería antes dictarse una ley, dado que esto no se puede hacer al capricho de un funcionario", señaló.

Para la profesora Tenti, el estado de este material exigiría que dicte una ley acorde a los tiempos, reglamentando su acceso, la conservación, preservación e incluso quién debe estar a su cargo; "de ninguna manera puede quedar al arbitrio de un funcionario", sentenció.

En la actualidad este archivo contiene al mismo tiempo documentación notarial, judicial y de gobierno, lo que obviamente no debería suceder.

Fue tajante al asegurar que el manejo accidentado del archivo, dejó libre el camino para distintos hurtos de documentación. "El último inventario se comenzó a hacer en 1994, pero al no estar terminado se desconoce todo lo que guarda", dijo.

Más allá de estos hechos puntuales la historiadora avanzó quizás sobre un aspecto sociológico del problema, al señalar que incluso los propios medios de comunicación, borran todo y no guardan nada de su trabajo (salvo honrosas excepciones).

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