4 de agosto de 2008

Pulverización, ineptitud y anarquía

Diríase que el alma santiagueña está pulverizada. Contrafigura ese antecedente cósmico que ya he discriminado en otra parte: la naturaleza atectónica que la acorrala, su naturaleza "sin paisaje". Hay muchos indicios de esta pulverización: ese valor en sí (cerrado, áspero), y esa poquedad hacia fuera, que hacen la dualidad psicológica del santiagueño. Esa proclividad a todo diminutivo;: al diminutivo verbal, y al diminutivo de empresas; etc. Taimen en otros órdenes parece probarse ese desolador estado. El santiagueño es arquitectónico. He tratado ya de demostrarlo en otro lugar. Ello, su ineptitud para lo constructivo orgánico, en todos los órdenes de la vida. Aquí confluye su modalidad psíquica con la "voluntad" corroyente de su paisaje, que suelta desde el primer día sus calladas ratitas blancas de salitre a roerle sus obras. Vive de ese modo, eternamente, en plena atmósfera de fracaso. Se siente en vida revirtiendo al polvo del principio. En orden más comprometido: esa es su evidente ineptitud esencial para el gobierno. Como se trata de una ineptitud omnípoda, o sea para el gobierno público y para el gobierno de sí, su sustancia anárquica es negativa y pasiva, y no llega a trascender a "anarquismo". Conviene comprender bien esta situación, su anarquicidad consiste tanto en la falla pasiva de no tener aptitud para gobernar como en la capacidad interior de ser gobernado.

Canal Feijóo, Bernardo, Nivel de historia, 1934.
Págs. 71-72.
Extractado por Alberto Tasso y publicado por primera vez en Quipu de Cultura.
1991.

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