5 de agosto de 2008

Recién redimidos

Si hay algo de lo que renegamos los santiagueños, es de los intentos que se hacen de Buenos Aires, de querer englobar la cultura local en una frase, una oración, un suplemento o el número de una revista. Como si los santiagueños cupiéramos en pocas palabras, como si la cultura aquí hubiera nacido anteayer, como si fuéramos niños a los que los porteños pudieran definir con tres palabras al estilo "Santiago es musical".
En este número de la revista se nos ha ocurrido que -ya que estaríamos en la feria del libro de Buenos Aires- bien podríamos traer un botón de muestra de lo que se hizo en Santiago, de lo que falta hacer y de lo que haremos. Pero, obviamente, un botón es un botón, no la camisa. Que se queda en Santiago, vistiendo todos los días esa idea que tenemos de lo que es o debería ser aquello que hacemos para halagar a los dioses. En ese sentido es un modestísimo intento de esclarecernos a nosotros mismos, los santiagueños, con el aporte de breves ensayos, cuentos, poesías y escritos. Y de mostrarnos a los demás desde lo que somos, sin agregarnos ni quitarnos nada.

Sobre todo, porque siempre que se comienza con las enumeraciones se corren dos riesgos. El primero es el de los olvidos, porque tal vez quedará un artista que no se nombró y que se ofenderá para siempre. El segundo, es la extensión. Que por nombrar a todos quedemos convertidos en una mera lista... en la que obviamente faltarán algunos nombres. (No hay que decir lo fácil que se ofenden algunos, sobre todo por las omisiones, en las ciudades pequeñas)
Los santiagueños que se dedican a alguna de las artes definidas por las musas no son solamente los que han venido a Buenos Aires a la feria del libro, así como los discos de esa música sincopada que nos caracteriza no son de los únicos que cantan chacareras y esta revista no es el único medio por el que se expresa una provincia -digámoslo de nuevo- poseedora de una cultura riquísima. Que, dicho sea de paso, es la más antigua de la Argentina.
Como se dice en Santiago, con este número andamos en Buenos Aires *de bogas*, observando a los porteños en su hábitat, viendo qué ofrecen por estos días que pueda ser útil para llevar de vuelta en las alforjas, tratando de averiguar en qué piensan los que saben desde siempre que no solamente de televisión vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de los libros.
Quisiéramos este ejemplar al que usted pasa las hojas le haga ver una puntita, una miga, un pelo, una ínfima parte de toda la realidad cultural de una provincia que no termina de despertar de un añoso letargo. Que leída por un porteño le hagan dar ganas de visitar esa tierra recién redimida que los mapas señalan como Santiago del Estero. Si cayera en las manos de un santiagueño, residente en Buenos Aires, que lo ayude a pegar la vuelta, un sueño que mueve a muchos en la gran ciudad.
A los lectores de siempre, el pedido es que nos sigan ayudando con sus críticas y su siempre generosa comprensión.

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